En el vasto universo de los problemas de salud pública, pocos temas son tan sensibles y urgentes como la prevención del suicidio. No es un fenómeno aislado, sino un reflejo complejo de factores psicológicos, sociales, económicos y biológicos que se entrelazan de manera única en la vida de cada individuo. Abordar este desafío requiere dejar de lado los tabúes y adoptar una perspectiva integral y compasiva. La prevención no es una tarea exclusiva de los especialistas en salud mental, el máximo error del siglo pasado y del presente; es una responsabilidad colectiva que comienza con la conciencia y la empatía.
Una de las consideraciones más relevantes es el reconocimiento de las señales de alerta. Contrario a la creencia popular de que quienes amenazan con quitarse la vida no lo hacen, la mayoría de las personas en riesgo emiten señales verbales o conductuales. Hablan de sentirse desesperanzados, atrapados, o de ser una carga para los demás. Muestran cambios drásticos en su comportamiento, se aíslan de amigos y familiares, o abandonan actividades que solían disfrutar. Estar atentos a estos indicios es el primer paso crítico. No debemos minimizarlos ni ignorarlos.
Otra consideración vital es la accesibilidad a la ayuda profesional. En muchos países, los servicios de salud mental siguen siendo estigmatizados y, en ocasiones, inalcanzables. Es imperativo que los gobiernos y las organizaciones en América Latina trabajen para desmantelar estas barreras. Esto implica no solo la disponibilidad de líneas de ayuda y centros de crisis, sino también la integración de la salud mental en el sistema de atención primaria. Una persona que sufre debe poder encontrar apoyo de manera rápida, confidencial y sin prejuicios.
Finalmente, el rol de la familia y la comunidad es insustituible. Crear una red de apoyo sólida es una de las estrategias más efectivas. Esto se logra promoviendo conversaciones abiertas sobre la salud mental en el hogar y en la escuela, educando a las personas sobre cómo responder a alguien en crisis y fomentando la conexión humana. Un entorno donde el individuo se siente valorado, escuchado y apoyado puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Cada 10 de septiembre se conmemora en todo el mundo el día de la prevención del suicidio, en este año 2025 hagamos un compromiso de ocuparnos de nuestra salud mental y física, de la de nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos. Le sugiero con todo respeto que invierta cada día 30 segundos conversando con alguien sobre la prevención del mismo y siendo una persona de escucha activa.
La prevención del suicidio es un proyecto a largo plazo que requiere el compromiso de todos. Es una inversión en nuestra sociedad, en nuestra empatía y en nuestro futuro. Al derribar los muros del silencio y construir puentes de apoyo, podemos iluminar el camino para aquellos que están en la oscuridad y demostrarles que no están solos. Y como siempre cierro mis conferencias, conversatorios, o cuando estoy en radio o televisión. “la muerte más prevenible de todas, de todas, es el suicidio” Abraza la vida. Puedes escribirme si necesitas ayuda: info@ricardososa.net
* Ricardo Sosa es doctor en Criminología, Experto en prevención del suicidio