La reciente directriz del gobierno del presidente Nayib Bukele de erradicar y prohibir el llamado "lenguaje inclusivo" en todos los centros educativos públicos y dependencias gubernamentales es una medida que, desde la óptica de la Criminología y la Victimología, merece un análisis que trascienda la mera disputa lingüística. Esta acción, enmarcada en la protección de la primera infancia, niñez y adolescencia contra "injerencias ideológicas," toca fibras sensibles del control social formal y la construcción de la realidad social.

El argumento oficial se centra en garantizar el buen uso del idioma y proteger el "desarrollo integral" de los menores de edad. Se percibe una clara aversión hacia lo que se engloba bajo el paraguas de la "ideología de género." siendo una medida categórica y contundente.

La prohibición se convierte en un acto de control social formal estudiado por la criminología, ejercido directamente por la institución gubernamental. El lenguaje es mucho más que un conjunto de reglas gramaticales; es un vehículo de cultura, pensamiento e identidad. Al regular estrictamente su uso, el Estado ejerce un poder significativo sobre cómo se nombra la realidad.

Esta medida de estricto cumplimiento a nivel nacional transforma al Estado en el "guardián lingüístico" y, por extensión, en el "guardián ideológico." En esencia, el gobierno está utilizando su poder coercitivo para institucionalizar una visión particular de lo que es correcto y natural en términos de género y lenguaje. Consagrado en parte en el artículo sesenta y dos de nuestra constitución, donde el gobierno de turno tiene la obligación de preservar y enseñar el castellano. Por lo tanto, sus reglas y normas.

Estas ideologías y concepciones fueron autorizadas, avaladas y promovidas por los gobiernos del partido FMLN desde el año 2009, ocasionado un grave daño e impacto a nuestra sociedad. Permitiendo que agendas globalistas que atentan contra los principios de la familia, de las personas nacidas hombres y mujeres puedan manifestar que se sienten diferentes a su sexo biológico y que pueden ser lo que digan, principios y valores cristianos consagrados en el libro más traducido a idiomas, dialectos y el más vendido en la historia de la humanidad, la biblia, todo en un sistema antivalores debido a sus filosofías y creencias marxistas leninistas, no dejaron nada a nuestra sociedad, fueron promotoras de rebeldía en adolescentes y jóvenes, de ingreso a pandillas criminales, de abandono de las escuelas, de una vida de excesos en drogas, alcohol y estupefacientes.

Desde este espacio expreso mi apoyo a las medidas del gobierno y de la ministra de educación, ciencia y tecnología por la prohibición del denominado lenguaje inclusivo en todos los centros educativos públicas y dependencias de la institución para garantizar la protección de la primera infancia, niñez y adolescencia de ideologías que afectan el desarrollo integral. Cada persona tiene la libertad de decidir sobre su cuerpo y sexualidad, pero no imponer su criterio a una sociedad. Ahora lo que falta es que las familias asuman su rol, y se ponga en práctica y sea una realidad el control social informal, los principios, valores, normas de cada familia para expresar y manifestar el amor por el más próximo, la empatía, el respeto, solidaridad entre otros. El gobierno ha intervenido con el control social formal pero lo más relevante es que cada uno de nosotros asumamos nuestro rol y salvemos la familia salvadoreña para rescatar nuestra nación.

* Ricardo Sosa es doctor y máster en Criminología

@jricardososa