Sí, Alfonso, tengo varios libros en mi casa, aunque para serle sincero, están acumulando polvo. ¿Y eso, por qué? Le pregunte a mi amigo, quien vive en San Miguel. En realidad, no leo libros, me dijo, sino solamente sus resúmenes que encuentro en el internet. Pero entonces lo que usted lee es la interpretación del autor del libro por otra persona, le contesté, no hay una comunicación directa entre usted y el escritor, lo cual me parece una verdadera lástima.
A nivel global, las tendencias recientes muestran un declive en la lectura por ocio en muchos países, con un promedio aproximado de 6 libros por persona al año (en un rango plausible de 4 a 8). En Latinoamérica —incluyendo Centroamérica— el promedio anual oscila entre 3 y 5 libros, por lo que un valor razonable para toda la región podría situarse alrededor de 4 libros por persona. En el caso específico de Centroamérica, aunque no existen datos recientes y sólidos que abarquen todos los países, es probable que el promedio se ubique en la parte baja del rango (2 a 4 libros al año), debido a factores como el menor acceso a materiales, las bajas tasas de lectura habitual y otros condicionantes.
En contraste, países con una tradición lectora más consolidada, como España, registraron en 2023 un promedio de 10.2 libros leídos por persona de 14 años o más. En ese mismo grupo, alrededor del 64–65% declaró leer libros por placer en su tiempo libre.
En lo personal, me apasiona la lectura: sentir su música y su ritmo, grabar en mi mente lugares, personajes, sentimientos y emociones. Leer es viajar con la imaginación a otras épocas y culturas, en un vuelo de letras que despiertan la mente. Suelo leer cada tarde, a veces acompañado por una copa de vino tinto, añejo y profundo, de sabores y colores nacidos en la Ribera del Duero. Sabor, música y color: qué deliciosa es la lectura.
¿Por qué es importante la lectura?
Los sabios y pensadores coinciden en que la lectura es fundamental para el desarrollo humano. Escritores como Umberto Eco y Pablo Neruda, así como pensadores como Joseph Addison, han resaltado sus múltiples beneficios para el crecimiento personal y la comprensión del mundo. Leer fortalece las conexiones neuronales y mantiene la mente activa, lo que ayuda a prevenir el deterioro cognitivo. En una población que envejece, como la salvadoreña, la lectura debe convertirse en una herramienta esencial para mantener la mente del adulto mayor ejercitada y despierta.
La lectura también mejora la concentración y la memoria; amplía la capacidad crítica al enfrentarnos con distintas ideas y perspectivas, y potencia el análisis al comparar y reflexionar. Al mismo tiempo, enriquece el vocabulario, mejora la ortografía y refuerza la gramática. Leer bien se traduce en escribir y hablar mejor.
Pero la lectura no solo impulsa el desarrollo cognitivo, también estimula el desarrollo emocional y la empatía. Al entrar en la mente de otros personajes o culturas, el lector comprende mejor las emociones y perspectivas ajenas.
A nuestros políticos —con su evidente falta de cultura y su profundo énfasis en el dorianismo del buen vestir y los lujos— les convendría leer un poco más. Es evidente, por su forma de pensar y debatir, por su léxico y su discurso frenético, que su promedio de lectura está por debajo de la media nacional.
La lectura, amigos políticos, fomenta el pensamiento crítico y democrático, al mismo tiempo que promueve la tolerancia. Es una lástima que el debate político en nuestro país se reduzca con frecuencia a insultos y descalificaciones mutuas. Leamos más, señores, y transformemos el discurso hacia uno constructivo, por el bien de El Salvador.
“La lectura no solo enseña a pensar, sino a sentir y a ser libre.”
Recuerdo mi niñez observando a mi héroe con un libro entre las manos. Mi padre, desde muy temprana edad, fomentó en mí el hábito de la lectura. Aún guardo en la memoria las páginas de Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, con su enigmático y misantrópico capitán Nemo. Cómo olvidarlo. Mi padre me rodeó del autor francés y sus obras, y a través de ellas viajé a lugares insospechados, llenándome de sus miedos, aventuras y emociones, hasta volverme un adicto a la música de las letras.
El hogar, la escuela y la comunidad son los espacios donde se cultiva el hábito de leer. Ahora que contamos con un nuevo liderazgo en el Ministerio de Educación, sería importante formular estrategias y planes concretos para fomentar la lectura entre nuestros niños y jóvenes. Es una tarea esencial para el desarrollo intelectual y cultural de nuestro país.
