La motosierra Milei en las elecciones de la provincia de Buenos Aires del 7 de septiembre acaba de sufrir su primera derrota significativa. Ha salido a reconocerlo y, como mal perdedor, ha amenazado con seguir con lo mismo.
En realidad, no importa que diga eso, lo cierto y verificable es que, en el terreno electoral, donde hace casi dos años Milei mostró un músculo formidable, ahora pareciera que aquel entusiasmo por ‘lo nuevo’, aquella ‘ilusión’ de deshacerse de la férula tradicional política, ‘la casta’, se ha desacelerado.
Y quizá no podía ser de otra manera. En qué cabeza cabe desmantelar el aparato del Estado, vapulear a los jubilados que protestan en las calles, coquetear con los militares represores que guardan prisión, amenazar a todo mundo con cualquier cosa, desquiciar la economía argentina, desproteger a los vulnerables, respaldar a los halcones israelíes en su guerra de aniquilamiento contra la población de Gaza, en correr enloquecido a los brazos de Trump, en salirse de los BRICS y tantas otras cosas locas que ha hecho y creer que el electorado argentino no recapacitaría acerca de la decisión ingenua que tomó al llevarlo a la Casa Rosada.
Sin embargo, aún hay mucho trecho para que pueda decirse que Milei y su cohorte están de retirada.
peronismo (o habría que decir mejor, los varios peronismos existentes) y los demás sectores progresistas y populares que han reaccionado, antes de que sea demasiado tarde, tienen una enorme responsabilidad de aquí en adelante.
Como ha quedado claro, no se trata solo de esperar a que llegue una elección, ha sido necesario organizarse y movilizarse y presionar, sí, presionar y sacudir las solapas de ‘los políticos’ para que entiendan que Argentina no puede irse al basurero.
Es increíble cómo la desmemoria se apoderó del electorado hace casi dos años al votar a Milei, que sin pelos en la lengua anunció que descuajaría el aparato estatal (¡cosa que ha cumplido!) y se endeudaría hasta el tope y que si lo dejaban borraría de la historia argentina el capítulo de la dictadura militar (1976-1983). Pero en los tiempos que corren cualquier cosa es posible.
Donald Trump, el enloquecido presidente norteamericano acaba de ser sentenciado a pagar 83.3 millones de dólares por difamar a la escritora E. Jean Carroll, después de que ella lo acusara de violación en 2019 y la Justicia declarara culpable al mandatario. Y es que la camándula de casos que lleva sobre sus espaldas Trump es de antología: acusado por cargos estatales relacionados con un pago de dinero (130 000 dólares) para silenciar a la estrella porno Stormy Daniels en 2016; Trump enfrenta un cargo en virtud de la Ley de Espionaje, así como cargos de obstrucción de la justicia, destrucción o falsificación de registros, conspiración y declaraciones falsas; por la investigación del fiscal especial, Jack Smith, Trump ha sido acusado por los supuestos esfuerzos del expresidente y sus aliados para intentar revertir los resultados de las elecciones de 2020; en un documento se acusa a Trump (incluye la llamada telefónica de Trump con el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger) de pedirle a Raffensperger que ‘encontrara’ los votos que necesitaba para ganar el estado, el esquema de electores falsos y una carta de septiembre de 2021…
Milei no es Trump, por supuesto, pero ya comenzó a acumular acusaciones diversas.
Todo estaría indicando que Axel Kicillof, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, es muy probable que sea el candidato presidencial que contendrá contra el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei. De ahí lo relevante de la derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires.
En este momento se le han trabado las carretas a Milei y a esa próxima elección presidencial llegará escaldado y golpeado por el desgaste de su frenético estilo de gobernar.
Hay un largo camino por recorrer para bloquearle el paso a Milei, y esto significa, ante todo, no solo oponer un caudal electoral que lo supere, sino que ahora habrá que proponer el rediseño de Argentina, como república soberana, que debe jugar un papel protagónico en la reconfiguración del orden mundial que con desesperación frenética Trump y sus halcones quieren que sea a su antojo.
La corta pero destructiva gestión de Javier Milei ha logrado hacer mucho daño al tejido social y parte del esfuerzo nuevo debe ser restañar esas heridas y proponer una ampliación del bienestar social para los argentinos.
No será un camino fácil derrotar a Milei en la próxima elección presidencial porque, frente a esta derrota en la provincia de Buenos Aires, reaccionará y con virulencia y atropellando. Pero por ahora, Argentina respira, y es que un poco de aire fresco ha comenzado a circular.
*Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones