El 2 de octubre, a las 9:00 de la mañana, La Montaña de los Libros cerró oficialmente su local, ubicado en la 4ª avenida Norte y 3ª calle Oriente, en pleno centro de San Salvador. La iniciativa, conocida por ofrecer libros de segunda mano a bajo costo y fomentar el hábito de la lectura, puso fin a sus operaciones tras enfrentar dificultades económicas y no concretar la reubicación que el gobierno central prometió.
Durante años, el proyecto funcionó como un punto de encuentro para lectores, estudiantes y curiosos. Sin embargo, la falta de respuesta concreta para asegurarle un nuevo espacio obligó al cierre definitivo del local, que era administrado por Jacobo Rojas.
Una de las posibilidades que se manejó antes del cierre fue la promesa de reubicar la librería en un espacio más amplio y permanente. Con ilusión, Rojas había comenzado a imaginar ese lugar como El Castillo de los Libros, un nombre que reflejaba su deseo de ofrecer un sitio digno, estable y accesible para toda la comunidad lectora. Ese proyecto, sin embargo, nunca se concretó. La falta de apoyo institucional y el silencio ante las gestiones dejaron la idea en el aire y forzaron el repliegue del proyecto.
Del fondo total de libros que conforman el acervo —unos 200 quintales—, aproximadamente 10 mil ejemplares fueron trasladados a Olocuilta, en el kilómetro 29 de la carretera al aeropuerto internacional, donde Rojas comenzó a acondicionar un terreno para dar continuidad al proyecto. Ese lugar servirá como base para una nueva etapa de La Montaña de los Libros, con la expectativa de reconstruir el proyecto desde su comunidad de origen.
Además, unos 2,000 libros fueron entregados a la dueña del local donde funcionaba la librería, como parte del cierre del espacio físico, el resto del material, que no pudo almacenarse, podría ser destinado al reciclaje de papel.
Mientras tanto, Rojas busca sostener la esencia del proyecto a través de otras vías. Una de ellas es La Montaña en Movimiento, un vehículo que será adaptado para la compra y venta ambulante de libros. También, ofrecer sus servicios de construcción y reparación de bicicletas como parte de un plan de generación de ingresos que le permita continuar impulsando su labor cultural.
Aunque cerró su local, la Montaña de los Libros no ha llegado al final de su camino. Su apuesta ahora es sembrar libros donde aún no hay librerías, y mantener vivo un esfuerzo que, aunque sin techo por ahora, se niega a llegar a su último capítulo.
