La noche del 21 de agosto de 2025 quedará tatuada en la historia de la escena salvadoreña. El recinto Simmer Down se transformó en un templo del Tribu Fest donde el metal levantó su estandarte con fuerza indomable.

La apertura estuvo a cargo de Violent Roots, quienes encendieron la llama con riffs demoledores que prendieron de inmediato la energía del público. Luego, Indezoquixtia hizo retumbar las paredes con su descarga brutal, un eco de resistencia y raíz que caló profundo en los presentes. El veneno musical llegó después con Araña, que envolvió la atmósfera en una red de intensidad, preparando el terreno para la tormenta final.

Cientos de voces se alzaron en San Salvador en un ritual de resistencia y hermandad. Foto / Marco Morales.

 

Y entonces llegó el momento más esperado: la entrada de los titanes argentinos A.N.I.M.A.L.. Desde el primer acorde, la conexión con el público fue inmediata. Los asistentes estallaron en coros, saltos y mosh pits que parecían no tener fin. Cada canción fue un himno, cada palabra un manifiesto de unión latinoamericana y de resistencia frente a cualquier adversidad.

Con un repertorio cargado de clásicos y con la energía que los caracteriza, demostró por qué se mantienen como una de las bandas más influyentes del metal en español. La voz de Andrés Giménez y la potencia de cada integrante retumbaron como un trueno que atravesó generaciones, reuniendo en un mismo grito a quienes han seguido su trayectoria por décadas y a nuevas generaciones que apenas comienzan a descubrir su legado.

 

El público salvadoreño vivió un concierto histórico junto a la agrupación argentina y tres poderosas bandas locales.

San Salvador vibró como nunca antes: fue más que un concierto, fue un grito de guerra latinoamericano, una celebración de la fuerza y la unidad que solo el metal puede despertar.

Nos vemos en el próximo concierto… porque el rugido del metal nunca se detiene.