El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado sus esfuerzos para colocar a aliados en la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal (Fed), con el objetivo de alinear el banco central con su política económica. Sin embargo, la dirigencia de la Fed, encabezada por Jerome Powell, se mantiene cautelosa y sin dar señales claras sobre una inminente bajada de los tipos de interés.

La abrupta renuncia de la gobernadora Adriana Kugler permitió a Trump nominar al economista Stephen Miran, quien ocuparía el cargo hasta el 31 de enero de 2026, si es confirmado por el Senado. Durante su audiencia, legisladores expresaron preocupación por un posible conflicto de intereses, dado que Miran también asesora a la Casa Blanca, algo que él negó: “Mis opiniones y decisiones estarán basadas en el análisis macroeconómico y en lo mejor para la economía a largo plazo”, aseguró.

Con su llegada, Miran se sumaría a Christopher Waller y Michelle Bowman, considerados cercanos a Trump y quienes rompieron la tradición de unanimidad al votar contra la decisión de Powell de mantener las tasas en el rango de 4.25 % a 4.5 %, vigente desde diciembre de 2024.

Trump ha intensificado su ofensiva contra Powell, a quien llama “Tardón”, enviando mensajes casi diarios para exigir un recorte de tipos. Además, anunció la destitución de Lisa Cook, la primera mujer afroamericana en la Junta, por presunto fraude hipotecario, lo que le daría margen para nombrar otro aliado. Cook rechazó las acusaciones y presentó una recusación judicial, recibiendo el respaldo de más de 600 economistas, incluidos varios premios Nobel.

La posibilidad de que Trump logre el control de cuatro de los siete asientos de la Junta genera inquietud internacional. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió que este escenario sería “un peligro muy serio para la economía estadounidense y mundial”, aunque consideró difícil que prospere porque la ley solo permite destituir a gobernadores de la Fed por causas graves.

Mientras tanto, Powell mantiene la defensa de la independencia de la Fed, insistiendo en evaluar los indicadores económicos antes de tomar decisiones. Aunque los analistas prevén un recorte en la reunión del 16 y 17 de septiembre, Powell no ha dado pistas sobre la dirección a seguir, observando con atención la inflación subyacente, el empleo y el consumo.

El débil dato de agosto, con apenas 22,000 nuevos empleos creados y un alza en la tasa de paro, podría aumentar la expectativa de un recorte, que supondría una victoria política para Trump, aunque la Fed busque mantener su autonomía frente a la presión presidencial.