Con una vista del imponente volcán Chaparrastique se erige la primera planta de alta tecnología de incubación de Centroamérica, construida por Avícola Campestre para atender la creciente demanda de los restaurantes Pollo Campestre, la marca migueleña que hace férrea competencia a dos gigantes de pollo frito de capital extranjero.
La planta fue nombrada Incubadora Gloria Romero, en honor a la fundadora del grupo junto con su fallecido esposo (2021), Mario Romero, un negocio que surgió en una pequeña panadería en 1982. “Es de primer mundo para producir el mejor pollito que llegará a nuestros restaurantes”, aseguró Sergio Romero, director de la unidad de negocios Avicultura & Energía de Avícola Campestre.
“Nos sentimos orgullosos de que todo el pollo que se produce aquí en San Miguel se distribuye a nivel nacional. Nos da mucho orgullo ser una empresa migueleña alimentando a El Salvador”, afirmó el ejecutivo, hijo de los fundadores.
Ubicada en la carretera al Delirio, en San Miguel, el proyecto requirió una inversión de $8 millones para un área de construcción de 2,600 metros cuadrados de un edificio diseñado en Holanda, así como la importación de maquinaria de primera tecnología.

Capacidad
Avícola Campestre nació en 1998 para proveer pollo fresco a los restaurantes de Pollo Campestre, pero con el crecimiento de la marca en el mercado salvadoreño ha requerido afianzar una cadena de suministro con mayor control de los insumos.
A la fecha, el grupo compraba un pollo de un día de nacido y se criaba en granjas hasta alcanzar la edad idónea para el consumo. Con la puesta en marcha de la nueva planta, cubren una etapa más del proceso de producción, que va desde la incubación del huevo hasta la puesta del pollo en las mesas de los salvadoreños.

Romero detalló que la planta tiene una capacidad de incubar 1.2 millones de pollos mensuales en una primera etapa, que durará tres años. Después, según marche la demanda, tiene espacio para aumentar a 4.2 millones.
Avícola Campestre tiene un contrato por un año y medio con un proveedor local para recibir los huevos fértiles. La aspiración, añadió el ejecutivo, es cubrir también la etapa de reproducción de huevos.
“Tratamos de simular lo que hace la gallina”
Primero, los huevos ingresan a la sala de sanitización en la cual se separan por tamaño o idoneidad de incubación. Luego pasan a las incubadoras, donde pueden controlar variables como temperaturas con seis microclimas, dióxido de carbono (CO2), volteo y tiempo de incubación.
El tiempo de incubación es de 21 días, pero los equipos adquiridos por la empresa salvadoreña permite que solo estén 18 días y 12 horas.

Después, se realiza la transferencia en una máquina donde se realiza la selección de huevo con embrión vivo, el cual se coloca en cestas de nacimiento con alimentación temprana. En esta etapa pasan tres días.
Finalmente, pasados 21 días, los pollos se envían a la granja.
Usualmente, cuando un pollo nace a las dos horas comienza a buscar comida, pero debe esperar hasta que todo el lote salga del cascarón para recibir alimentos. Sin embargo, la nave incluye un sistema de alimentación temprana, para que no entre en estrés el sistema digestivo y llegue a la granja en mejores condiciones.
“Somos los primeros en la región” en contar con esta tecnología, aseguró Romero, al tiempo que detalló que de América solo se han ubicado en Estados Unidos, Canadá y Perú.

La producción de la planta es autoconsumo para la cadena de restaurantes, suministro a terceros y la producción de la línea de empanizados, que el grupo ha ingresado a los estantes de los formatos de tiendas del gigante estadounidense Walmart.
“Campestre es una empresa que ha crecido de la crisis”, dijo Romero.
El génesis de la empresa se remonta a 1982, cuando sus fundadores, Mario Romero y Gloria de Romero, procedentes de Jucuarán, se instalaron en San Miguel. Ahí aprendieron el arte de la panadería y, con un capital de solo 150 colones ($17.50) comenzó la panadería Sinaí. En 1987, comenzaron el negocio de pollo frito, ahora conocido como Pollo Campestre.